Diego discutía por teléfono, voz alta, palabras cruzadas. Desde la cocina, la niñera salió en furia. “¿Podés bajar el volumen? El nene duerme y tu drama no da para novela turca.” Diego se encogió de hombros. “Se está poniendo pesada.” Ella rió, sin disimulo. “La culpa es tuya… si sos bueno en la cama, todas se enamoran.” Lo dijo como quien ya vivió esa película. “A mí me pasa con casi todos los chicos.” Se acercó con esa mezcla de perfume barato y peligro caro. “Pero no te confundas… soy mucho para vos.” Lo miró como si lo retara a comprobarlo. Y Diego, por un segundo, olvidó el teléfono, la discusión… y hasta como empezó. Así son estas muchachas, algunas con los jóvenes y otras con el dueño de casa.