La esposa de Van cometió un error de novata: contarle a su mejor amiga que hoy él tenía el día libre. Lilly no desperdicia oportunidades, ni escotes. Tacones negros, una “minifalda” que era más promesa que prenda, y esa sonrisa de gato con hambre. Tocó la puerta con la seguridad de quien ya se vio adentro. Van abrió la puertay sorpresa. “hola dulce, puedo pasar”, dijo ella, entrando con miedosa invitación. Con alevosía hizo el primer movimiento, inclinarse. Van tragó saliva. La cafetera no era lo único que empezaba a calentarse. Afuera, el sol brillaba. Adentro, Lilly también. Lluvia de recuerdos, cuando tuvo que hacer masajes a la amiga de su esposa.