Después de cinco años comiendo con bandeja de acero y durmiendo con reclusas apodadas “La Cobra” o "La Tucumana", la suegra no vino a buscar redención. Vino a buscar problemas… o carne fresca. El yerno, pobre ingenuo, no sabe que aprendió más trucos tras las rejas que en toda su juventud. Camina por la casa como si aún estuviera en el bloque D: marcando territorio, oliendo el miedo. La hija no sospecha nada. Aún. Pero la suegra tiene tiempo, cuerpo afilado y cero escrúpulos. Y como decía su compañera de celda: si vas a pecar, que valga la condena. Si quieres una situación donde la madre de la novia es alternativa, esta te va a encantar.
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